Dentro de un sistema legislativo como el nuestro, la jurisprudencia y la doctrina emanada de ésta constituyen el gran mecanismo para encauzar la norma positiva a través de interpretaciones y aplicaciones correctas y coherentes con el sistema todo, permitiendo además dar luz sobre los principios generales del derecho que subyacen en cada precepto. La norma positiva es puesta en acción por la labor de los Tribunales de Justicia a través del ejercicio de sus facultades jurisdiccionales, generando con ello: jurisprudencia, esto es, la praxis de la norma, el modo como esta resuelve problemas concretos de diversa complejidad y los recicla en su parte conclusiva para llegar a establecer una verdadera doctrina judicial. Para cualquier agente de derecho, léase: estudiantes, abogados, profesores de derecho, miembros del poder judicial e incluso particulares, el contar con un ordenado desarrollo de la jurisprudencia en sus diversas áreas jurídicas constituye uno de los mecanismos más fundamentales, sino el único, en muchos casos, para ver como la norma positiva deja de ser una hipótesis convirtiéndose es una realidad actuante, capaz incluso de influir, adecuar y reorientar a la primera.