Antonia García Castro nos entrega un libro cuyo contenido se establece sobre la base de una serie de interrogantes acerca de la desaparición de personas durante la dictadura militar en nuestro país ¿Cuántos gestos son necesarios? ¿Quién hace desaparecer a quién? ¿Quiénes las denunciaron? ¿En nombre de qué?, son algunas de estas interrogantes que la autora intenta dilucidar a partir de documentos y testimonios de familiares, abogados, políticos. La desaparición forzada de personas como una práctica desde el poder, en este caso del poder del Estado, es un asunto que aún no ha sido debatido y asumido como sociedad en su conjunto y tampoco se tiene conciencia colectiva de la gravedad de los hechos ocurridos. La primera edición de este libro se realizó en París y fue escrito originalmente en francés, hoy es posible editarlo por primera vez en Chile gracias al apoyo del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura y Editorial Cuarto Propio. Once capítulos, divididos en tres partes, más un epílogo, dan vida a este trabajo.
El tema de los desaparecidos es enfocado desde diversas aristas, de las que dan cuentan el desarrollo de cada capítulo, entre ellas: Controlar y disuadir a los demás; Descubrir que es ser “familiar de desaparecido”; El recibimiento de la Vicaría de la Solidaridad; Reivindicaciones: verdad, justicia y memoria; La AFDD: un actor político único en su género; Un terreno minado: los usos políticos de los derechos humanos; Hacer aparecer; La repartición del poder: transición y transacción (1977-1990); El enunciado de lo posible; Patio 29; una querella paradigmática; El advenimiento del diálogo cívico-militar; Lo no dicho: negociar interponiendo a los desaparecidos; Los culpables no piden perdón; Cuando los desaparecidos ponen a prueba a la democracia chilena; El apoyo de los grupos desvanecidos. Todos los elementos acá entregados son un aporte al debate sobre cómo encontrar una solución final al caso de los detenidos desaparecidos, aunque una solución real aparece lejana o prácticamente imposible. Libros cómo este deberían ser de lectura obligatoria para los estudiantes chilenos, pues sólo creando conciencia del brutal atropello a los derechos humanos –ocurridos en nuestro país- podemos tener la esperanza de que éstos no vuelvan a ocurrir.