Por primera vez, una sola edición reúne de modo íntegro la veta creativa no-musical de Violeta; o sea, su trabajo con arpilleras, óleos y otras obras manuales forjadas por la artista a partir de 1958, cuando una hepatitis la obligó a calmar su ansia expresiva desde la limitación de una cama y la afección física. Valiosos textos de Isabel Parra, Cecilia García-Huidobro y la historiadora Isabel Cruz explican más detalladamente la génesis, recorrido y significación artística de estas piezas. Los chilenos seguramente saben de la obra visual de Violeta Parra, sobre todo por el hecho notable que en 1964 llegó a un pabellón del Museo del Louvre, en París. Pero pese a la difusión de una que otra lámina, el público no había podido asimilarla en toda su riqueza visual, su significación y, sobre todo, su conexión profunda con el tipo de sensibilidad que la chillaneja masificó a través de sus canciones.