Premio de musicología Casa de las Américas 2003.

Este libro espera contribuir a la recuperación y valoración de un patrimonio cultural conservado hasta ahora con un halo de descuido: la música popular urbana. Así mismo, pretende rescatar elementos centrales para la memoria común de la experiencia histórica del siglo veinte chileno. El carácter híbrido y cosmopolita de la música popular, la ha dejado fuera de las construcciones de patrimonio e identidad nacional, a pesar de que los chilenos llevamos casi cien años bailando tango, y otros tanto bailando música cubana y norteamericana, corridos, boleros, valsecitos y cumbias. Todo esto matizado con distintos tipos de cuecas y abundantes tonadas traídas a la ciudad por cantoras, folkloristas y conjuntos de huasos, con la ayuda del disco, el cine y la radio. Partiendo de la base que existen claros vínculos entre la música popular practicada en Chile durante la primera mitad del siglo veinte y la historia social de ese período, el libro se organiza en torno a los fenómenos de modernización, de persistencia del antiguo orden, de democratización del consumo, y de masificación social ocurridos en el país entre 1890 y 1950. Además, se estudia el papel que ha desempeñado la música popular en un país que tradicionalmente se ha considerado a sí mismo como pobre, aislado y lejano. Sobre estas premisas histórico-sociales se abordan los géneros y prácticas musicales del período, los estilos compositivos y performativos, los músicos nacionales y extranjeros que produjeron esta música, la industria que permitió su producción y circulación, los lugares y ocasiones en que esta música fue practicada, el uso que le brindó el público, y los procesos de resignificación y transformación social y artística que la música popular ha experimentado en Chile.