Las historias del barrio Yungay son como relatos de una isla mítica. Mitad ingenio, mitad memoria. En los bordes del río, ellas emplazan en las terrazas fluviales de un valle que no deja ver desnudez de tierra y que solamente por la pluma de la vitalidad memoriante e imaginaria de sus trazos posibilita alcanzar la prosperidad narrativa de una historia que no muere. Las historias del Barrio Yungay que en el libro se compilan no son reliquias de baúl o bibliotecas, aunque como muchos otros patrimonios materiales y simbólicos vivientes, se congreguen en ellos para desafiar la interpretación y lectura del tiempo perdido desde las preguntas del presente. Los autores repiten, cada cual a su manera y con insistencia, que estas son historias que no mueren, aunque habiten ocasionalmente en la mirada opaca de los viejos, seducen a los nuevos ciudadanos del barrio con orgullo de una singular historia: la de congregar una memoria; de tener identidad.