La lucha entre el dogmatismo y la ciencia en el seno de la cristiandad / Andrew D. White.
Material type: TextPublication details: Siglo Veintiuno México 1972Description: 553 pSubject(s): Summary: Hubo una época en la hisdtoria de occidente en que todo fue religión o, mejor dicho teología. De hecho, al aceptar el cristianismo, Europa aceptó también la tradición judía y las Sagradas Escrituras que son su expresión por excelencia. Pero, al hacerlo así, dió a la letra un rango igual al del espíritu, y creyó que todas las palabras de la Biblia debían tomarse literlamente. Por ello, olvidando los atisbos científicos de la Antigüedad, construyó sobre es letra una estructura coherente que lo mismo explicaba los hechos religiosos propiamente tales que la creación del mundo, las posibilidades éticas del hombre que el poder de las "brujas" sobre las tormentas. Siglo tras siglo, los teólogos siguieron afianzando la trabazón interna de esta estructura, de modo que llegó un momento en que negar o dudar de cualquiera de sus partes era negar o dudar del todo. Y en aras de esa coherencia se sacrificó a hombres como Galileo o Servet, para mencionar sólo a los más conocidos.Item type | Current library | Collection | Call number | Copy number | Status | Date due | Barcode | |
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Libro | Biblioteca Central Colección General | General | 215 WHI (Browse shelf(Opens below)) | 1 | Available | 1350286 |
Hubo una época en la hisdtoria de occidente en que todo fue religión o, mejor dicho teología. De hecho, al aceptar el cristianismo, Europa aceptó también la tradición judía y las Sagradas Escrituras que son su expresión por excelencia. Pero, al hacerlo así, dió a la letra un rango igual al del espíritu, y creyó que todas las palabras de la Biblia debían tomarse literlamente. Por ello, olvidando los atisbos científicos de la Antigüedad, construyó sobre es letra una estructura coherente que lo mismo explicaba los hechos religiosos propiamente tales que la creación del mundo, las posibilidades éticas del hombre que el poder de las "brujas" sobre las tormentas. Siglo tras siglo, los teólogos siguieron afianzando la trabazón interna de esta estructura, de modo que llegó un momento en que negar o dudar de cualquiera de sus partes era negar o dudar del todo. Y en aras de esa coherencia se sacrificó a hombres como Galileo o Servet, para mencionar sólo a los más conocidos.
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