Guni Pirque es el nombre con el que Juan Emar bautizó a Carmen Cuevas, con quien mantuvo una intensa correspondencia entre 1941 y 1946. Muchas de esas cartas se han preservado y permiten vislumbrar una intimidad ajena, que quizás no correspondería conocer. Pero su interés trasciende esa historial sentimental, ya que Guni está estrechamente vinculada al origen mismo de Umbral, la obra mayor de Emar. Según el autor, ella es inspiradora, destinataria y protagonista de Umbral, y vive, por tanto, en el texto epistolar y en el literario. Se evidencia en estas páginas la lucha de Juan Emar por mantener el control de esa dualidad, intentando definir a Guni en cuanto habitante de su universo literario y de su actividad creadora. Emar encuentra en Guni el surco que necesita para desarrollar su proyecto narrativo infinito y su pretensión biográfica totalizante. Estas cartas se convierten en un verdadero taller de su escritura ficción; en ellas el autor ensaya, adelanta y proyecta Umbral. La mujer amada se constituye aquí en un requisito indispensable en su labor literaria, porque aun cuando Emar necesita estar solo y encerrado en su "catedral" para escribir, precisa también saber que existe una mujer que espera su texto.