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In necessariis unitas : constitución europea, traje a la medida de un continente / Bernardino Bravo Lira.

By: Material type: ArticleArticleDescription: [25] p In: Estudios públicosSummary: Un monstruo de veinte cabezas no puede subsistir. Europa, o bien caerá bajo la dictadura de sus potencias más fuertes, o bien, no podrá evitar el retiro de aquellos países que resistan a esa dictadura. El gran desafío de la Europa de los veinticinco —se sostiene en estas páginas— no es darse una constitución escrita, sino afianzar la propia constitución histórica a tono con las nuevas condiciones, generadas por su ampliación.\Tres vías fundamentales se ofrecen para fortalecer la constitución europea. La más simple es abandonar a su suerte las relaciones entre países fuertes y países débiles dentro de la Unión europea. Otra posibilidad es intentar apuntalar a los Estados menores, mediante pactos y tratados, como se hizo con los de Europa central, después de la primera guerra mundial, lo que no evitó su dominación por los nazis primero y por los soviéticos después. Por último, hay una vía institucional. Consiste en dotar a la Europa de las patrias de una cabeza común, encargada de velar a la vez por su unidad y por la integridad de cada una de esas patrias. Para ello se requiere una figura superior, situada por encima de tres cosas. En primer lugar, de mayorías y minorías electorales, vale decir, libre de ataduras a grupos de presión de todo género, sean nacionales, regionales, empresariales o partidistas. Enseguida, libre también de constituciones escritas, que se hacen y deshacen a gusto de los sectores dominantes. En fin, libre de plazos o períodos de mando, que llevan al ejercicio del poder la miopía de quien sólo piensa en la próxima elección, en lugar de la próxima generación. Una figura así, identificada con esta Europa unida, con visión amplia en el tiempo y en el espacio, no se improvisa. Este papel no es para un jefe elegido y transitorio. Tan sólo está en condiciones de asumirlo un monarca.Summary: Un monstruo de veinte cabezas no puede subsistir. Europa, o bien caer· bajo la dictadura de sus potencias m·s fuertes, o bien, no podr· evitar el retiro de aquellos paÌses que resistan a esa dictadura. El gran desafÌo de la Europa de los veinticinco óse sostiene en estas p·ginasó no es darse una constituciÛn escrita, sino afianzar la propia constituciÛn histÛrica a tono con las nuevas condiciones, generadas por su ampliaciÛn.\Tres vÌas fundamentales se ofrecen para fortalecer la constituciÛn europea. La m·s simple es abandonar a su suerte las relaciones entre paÌses fuertes y paÌses dÈbiles dentro de la UniÛn europea. Otra posibilidad es intentar apuntalar a los Estados menores, mediante pactos y tratados, como se hizo con los de Europa central, despuÈs de la primera guerra mundial, lo que no evitÛ su dominaciÛn por los nazis primero y por los soviÈticos despuÈs. Por ˙ltimo, hay una vÌa institucional. Consiste en dotar a la Europa de las patrias de una cabeza com˙n, encargada de velar a la vez por su unidad y por la integridad de cada una de esas patrias. Para ello se requiere una figura superior, situada por encima de tres cosas. En primer lugar, de mayorÌas y minorÌas electorales, vale decir, libre de ataduras a grupos de presiÛn de todo gÈnero, sean nacionales, regionales, empresariales o partidistas. Enseguida, libre tambiÈn de constituciones escritas, que se hacen y deshacen a gusto de los sectores dominantes. En fin, libre de plazos o perÌodos de mando, que llevan al ejercicio del poder la miopÌa de quien sÛlo piensa en la prÛxima elecciÛn, en lugar de la prÛxima generaciÛn. Una figura asÌ, identificada con esta Europa unida, con visiÛn amplia en el tiempo y en el espacio, no se improvisa. Este papel no es para un jefe elegido y transitorio. Tan sÛlo est· en condiciones de asumirlo un monarca.Summary: Un monstruo de veinte cabezas no puede subsistir. Europa, o bien caer· bajo la dictadura de sus potencias m·s fuertes, o bien, no podr· evitar el retiro de aquellos paÌses que resistan a esa dictadura. El gran desafÌo de la Europa de los veinticinco óse sostiene en estas p·ginasó no es darse una constituciÛn escrita, sino afianzar la propia constituciÛn histÛrica a tono con las nuevas condiciones, generadas por su ampliaciÛn.\Tres vÌas fundamentales se ofrecen para fortalecer la constituciÛn europea. La m·s simple es abandonar a su suerte las relaciones entre paÌses fuertes y paÌses dÈbiles dentro de la UniÛn europea. Otra posibilidad es intentar apuntalar a los Estados menores, mediante pactos y tratados, como se hizo con los de Europa central, despuÈs de la primera guerra mundial, lo que no evitÛ su dominaciÛn por los nazis primero y por los soviÈticos despuÈs. Por último, hay una vÌa institucional. Consiste en dotar a la Europa de las patrias de una cabeza común, encargada de velar a la vez por su unidad y por la integridad de cada una de esas patrias. Para ello se requiere una figura superior, situada por encima de tres cosas. En primer lugar, de mayorÌas y minorÌas electorales, vale decir, libre de ataduras a grupos de presiÛn de todo gÈnero, sean nacionales, regionales, empresariales o partidistas. Enseguida, libre tambiÈn de constituciones escritas, que se hacen y deshacen a gusto de los sectores dominantes. En fin, libre de plazos o perÌodos de mando, que llevan al ejercicio del poder la miopÌa de quien sÛlo piensa en la prÛxima elecciÛn, en lugar de la prÛxima generaciÛn. Una figura asÌ, identificada con esta Europa unida, con visiÛn amplia en el tiempo y en el espacio, no se improvisa. Este papel no es para un jefe elegido y transitorio. Tan sÛlo est· en condiciones de asumirlo un monarca.
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Analítica de revista Biblioteca Central Colección General General ESTUDIOS PUBLICOS-98/05 (Browse shelf(Opens below)) 1 Available FICTICIO3454

En: Estudios Públicos. -- Nº98 (otoño, 2005), p. 255-266

En: Estudios Públicos. -- Nº98 (otoño, 2005), p. 255-266

En: Estudios Públicos. -- N∫98 (otoÒo, 2005), p. 255-266

Un monstruo de veinte cabezas no puede subsistir. Europa, o bien caerá bajo la dictadura de sus potencias más fuertes, o bien, no podrá evitar el retiro de aquellos países que resistan a esa dictadura. El gran desafío de la Europa de los veinticinco —se sostiene en estas páginas— no es darse una constitución escrita, sino afianzar la propia constitución histórica a tono con las nuevas condiciones, generadas por su ampliación.\Tres vías fundamentales se ofrecen para fortalecer la constitución europea. La más simple es abandonar a su suerte las relaciones entre países fuertes y países débiles dentro de la Unión europea. Otra posibilidad es intentar apuntalar a los Estados menores, mediante pactos y tratados, como se hizo con los de Europa central, después de la primera guerra mundial, lo que no evitó su dominación por los nazis primero y por los soviéticos después. Por último, hay una vía institucional. Consiste en dotar a la Europa de las patrias de una cabeza común, encargada de velar a la vez por su unidad y por la integridad de cada una de esas patrias. Para ello se requiere una figura superior, situada por encima de tres cosas. En primer lugar, de mayorías y minorías electorales, vale decir, libre de ataduras a grupos de presión de todo género, sean nacionales, regionales, empresariales o partidistas. Enseguida, libre también de constituciones escritas, que se hacen y deshacen a gusto de los sectores dominantes. En fin, libre de plazos o períodos de mando, que llevan al ejercicio del poder la miopía de quien sólo piensa en la próxima elección, en lugar de la próxima generación. Una figura así, identificada con esta Europa unida, con visión amplia en el tiempo y en el espacio, no se improvisa. Este papel no es para un jefe elegido y transitorio. Tan sólo está en condiciones de asumirlo un monarca.

Un monstruo de veinte cabezas no puede subsistir. Europa, o bien caer· bajo la dictadura de sus potencias m·s fuertes, o bien, no podr· evitar el retiro de aquellos paÌses que resistan a esa dictadura. El gran desafÌo de la Europa de los veinticinco óse sostiene en estas p·ginasó no es darse una constituciÛn escrita, sino afianzar la propia constituciÛn histÛrica a tono con las nuevas condiciones, generadas por su ampliaciÛn.\Tres vÌas fundamentales se ofrecen para fortalecer la constituciÛn europea. La m·s simple es abandonar a su suerte las relaciones entre paÌses fuertes y paÌses dÈbiles dentro de la UniÛn europea. Otra posibilidad es intentar apuntalar a los Estados menores, mediante pactos y tratados, como se hizo con los de Europa central, despuÈs de la primera guerra mundial, lo que no evitÛ su dominaciÛn por los nazis primero y por los soviÈticos despuÈs. Por ˙ltimo, hay una vÌa institucional. Consiste en dotar a la Europa de las patrias de una cabeza com˙n, encargada de velar a la vez por su unidad y por la integridad de cada una de esas patrias. Para ello se requiere una figura superior, situada por encima de tres cosas. En primer lugar, de mayorÌas y minorÌas electorales, vale decir, libre de ataduras a grupos de presiÛn de todo gÈnero, sean nacionales, regionales, empresariales o partidistas. Enseguida, libre tambiÈn de constituciones escritas, que se hacen y deshacen a gusto de los sectores dominantes. En fin, libre de plazos o perÌodos de mando, que llevan al ejercicio del poder la miopÌa de quien sÛlo piensa en la prÛxima elecciÛn, en lugar de la prÛxima generaciÛn. Una figura asÌ, identificada con esta Europa unida, con visiÛn amplia en el tiempo y en el espacio, no se improvisa. Este papel no es para un jefe elegido y transitorio. Tan sÛlo est· en condiciones de asumirlo un monarca.

Un monstruo de veinte cabezas no puede subsistir. Europa, o bien caer· bajo la dictadura de sus potencias m·s fuertes, o bien, no podr· evitar el retiro de aquellos paÌses que resistan a esa dictadura. El gran desafÌo de la Europa de los veinticinco óse sostiene en estas p·ginasó no es darse una constituciÛn escrita, sino afianzar la propia constituciÛn histÛrica a tono con las nuevas condiciones, generadas por su ampliaciÛn.\Tres vÌas fundamentales se ofrecen para fortalecer la constituciÛn europea. La m·s simple es abandonar a su suerte las relaciones entre paÌses fuertes y paÌses dÈbiles dentro de la UniÛn europea. Otra posibilidad es intentar apuntalar a los Estados menores, mediante pactos y tratados, como se hizo con los de Europa central, despuÈs de la primera guerra mundial, lo que no evitÛ su dominaciÛn por los nazis primero y por los soviÈticos despuÈs. Por último, hay una vÌa institucional. Consiste en dotar a la Europa de las patrias de una cabeza común, encargada de velar a la vez por su unidad y por la integridad de cada una de esas patrias. Para ello se requiere una figura superior, situada por encima de tres cosas. En primer lugar, de mayorÌas y minorÌas electorales, vale decir, libre de ataduras a grupos de presiÛn de todo gÈnero, sean nacionales, regionales, empresariales o partidistas. Enseguida, libre tambiÈn de constituciones escritas, que se hacen y deshacen a gusto de los sectores dominantes. En fin, libre de plazos o perÌodos de mando, que llevan al ejercicio del poder la miopÌa de quien sÛlo piensa en la prÛxima elecciÛn, en lugar de la prÛxima generaciÛn. Una figura asÌ, identificada con esta Europa unida, con visiÛn amplia en el tiempo y en el espacio, no se improvisa. Este papel no es para un jefe elegido y transitorio. Tan sÛlo est· en condiciones de asumirlo un monarca.

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