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La excelencia de la docencia de hoy / Miguel Martínez Migueléz.

By: Material type: ArticleArticlePublication details: Universidad Bolivariana Santiago, Chile 2001Description: p. 109-116Subject(s): In: Polis : Revista de la Universidad BolivarianaSummary: Me siento gratamente honrado al tener esta oportunidad, y en este momento tan especial, para poder expresar unas palabras, en nombre de todos los profesores premiados, y en sintonía con el significado de estos premios. En primer lugar, el agradecimiento es al Vice-Rectorado Académico por la iniciativa y creación de los mismos, los cuales vienen a impulsar el logro de niveles superiores en la excelencia docente como misión primaria de la Universidad. Esta palabra de gratitud va dirigida también a cada uno de los Miembros de los Jurados Evaluadores, los cuales, posiblemente, se habrán visto en disyuntivas y alternativas, no fáciles de superar, al tener que fijar criterios de evaluación, comparar méritos y decidir con imparcialidad y ecuanimidad. Ciertamente, habrán tenido que dejar fuera de los Premios firmes candidatos a los mismos que, con toda seguridad, serán premiados en sus próximas convocatorias. Es ésta una oportunidad para reflexionar, aunque sólo sea en forma muy breve, sobre algunos puntos cruciales de nuestra docencia universitaria. El modelo de ciencia que se originó después del Renacimiento sirvió de base para el avance científico y tecnológico de los siglos posteriores. Sin embargo, la explosión de los conocimientos, de las disciplinas, de las especialidades y de los enfoques que se ha dado en el siglo XX y la reflexión epistemológica encuentran ese modelo tradicional de ciencia no sólo insuficiente, sino, sobre todo, inhibidor de lo que podría ser un verdadero progreso, tanto particular como integrado, de las diferentes áreas del saber. Hace dos mil años, al principio de nuestra era, había en Occidente un cierto volumen de conocimientos heredados de la cultura universal y, sobre todo, de la civilización greco-romana. La historia de la ciencia señala que esos conocimientos se duplicaron, más o menos, hacia el año 1000, que se volvieron a duplicar hacia 1750 y que igualmente lo hicieron en los años 1900, 1950 y 1964, aproximadamente. De ahí en adelante, los plazos de duplicación se han ido acortando aún más: hoy ese crecimiento sigue una curva netamente exponencial.Summary: Me siento gratamente honrado al tener esta oportunidad, y en este momento tan especial, para poder expresar unas palabras, en nombre de todos los profesores premiados, y en sintonía con el significado de estos premios. En primer lugar, el agradecimiento es al Vice-Rectorado Académico por la iniciativa y creación de los mismos, los cuales vienen a impulsar el logro de niveles superiores en la excelencia docente como misión primaria de la Universidad. Esta palabra de gratitud va dirigida también a cada uno de los Miembros de los Jurados Evaluadores, los cuales, posiblemente, se habrán visto en disyuntivas y alternativas, no fáciles de superar, al tener que fijar criterios de evaluación, comparar méritos y decidir con imparcialidad y ecuanimidad. Ciertamente, habrán tenido que dejar fuera de los Premios firmes candidatos a los mismos que, con toda seguridad, serán premiados en sus próximas convocatorias. Es ésta una oportunidad para reflexionar, aunque sólo sea en forma muy breve, sobre algunos puntos cruciales de nuestra docencia universitaria. El modelo de ciencia que se originó después del Renacimiento sirvió de base para el avance científico y tecnológico de los siglos posteriores. Sin embargo, la explosión de los conocimientos, de las disciplinas, de las especialidades y de los enfoques que se ha dado en el siglo XX y la reflexión epistemológica encuentran ese modelo tradicional de ciencia no sólo insuficiente, sino, sobre todo, inhibidor de lo que podría ser un verdadero progreso, tanto particular como integrado, de las diferentes áreas del saber. Hace dos mil años, al principio de nuestra era, había en Occidente un cierto volumen de conocimientos heredados de la cultura universal y, sobre todo, de la civilización greco-romana. La historia de la ciencia señala que esos conocimientos se duplicaron, más o menos, hacia el año 1000, que se volvieron a duplicar hacia 1750 y que igualmente lo hicieron en los años 1900, 1950 y 1964, aproximadamente. De ahí en adelante, los plazos de duplicación se han ido acortando aún más: hoy ese crecimiento sigue una curva netamente exponencial.Summary: Me siento gratamente honrado al tener esta oportunidad, y en este momento tan especial, para poder expresar unas palabras, en nombre de todos los profesores premiados, y en sintonÌa con el significado de estos premios. En primer lugar, el agradecimiento es al Vice-Rectorado AcadÈmico por la iniciativa y creaciÛn de los mismos, los cuales vienen a impulsar el logro de niveles superiores en la excelencia docente como misiÛn primaria de la Universidad. Esta palabra de gratitud va dirigida tambiÈn a cada uno de los Miembros de los Jurados Evaluadores, los cuales, posiblemente, se habr·n visto en disyuntivas y alternativas, no f·ciles de superar, al tener que fijar criterios de evaluaciÛn, comparar mÈritos y decidir con imparcialidad y ecuanimidad. Ciertamente, habr·n tenido que dejar fuera de los Premios firmes candidatos a los mismos que, con toda seguridad, ser·n premiados en sus prÛximas convocatorias. Es Èsta una oportunidad para reflexionar, aunque sÛlo sea en forma muy breve, sobre algunos puntos cruciales de nuestra docencia universitaria. El modelo de ciencia que se originÛ despuÈs del Renacimiento sirviÛ de base para el avance cientÌfico y tecnolÛgico de los siglos posteriores. Sin embargo, la explosiÛn de los conocimientos, de las disciplinas, de las especialidades y de los enfoques que se ha dado en el siglo XX y la reflexiÛn epistemolÛgica encuentran ese modelo tradicional de ciencia no sÛlo insuficiente, sino, sobre todo, inhibidor de lo que podrÌa ser un verdadero progreso, tanto particular como integrado, de las diferentes ·reas del saber. Hace dos mil aÒos, al principio de nuestra era, habÌa en Occidente un cierto volumen de conocimientos heredados de la cultura universal y, sobre todo, de la civilizaciÛn greco-romana. La historia de la ciencia seÒala que esos conocimientos se duplicaron, m·s o menos, hacia el aÒo 1000, que se volvieron a duplicar hacia 1750 y que igualmente lo hicieron en los aÒos 1900, 1950 y 1964, aproximadamente. De ahÌ en adelante, los plazos de duplicaciÛn se han ido acortando aún m·s: hoy ese crecimiento sigue una curva netamente exponencial.
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En: Polis. Revista de la Universidad Bolivariana. Vol. I, no. 1, 2001. pp. 109-116. ISSN: 0717-6554.

Me siento gratamente honrado al tener esta oportunidad, y en este momento tan especial, para poder expresar unas palabras, en nombre de todos los profesores premiados, y en sintonía con el significado de estos premios. En primer lugar, el agradecimiento es al Vice-Rectorado Académico por la iniciativa y creación de los mismos, los cuales vienen a impulsar el logro de niveles superiores en la excelencia docente como misión primaria de la Universidad. Esta palabra de gratitud va dirigida también a cada uno de los Miembros de los Jurados Evaluadores, los cuales, posiblemente, se habrán visto en disyuntivas y alternativas, no fáciles de superar, al tener que fijar criterios de evaluación, comparar méritos y decidir con imparcialidad y ecuanimidad. Ciertamente, habrán tenido que dejar fuera de los Premios firmes candidatos a los mismos que, con toda seguridad, serán premiados en sus próximas convocatorias. Es ésta una oportunidad para reflexionar, aunque sólo sea en forma muy breve, sobre algunos puntos cruciales de nuestra docencia universitaria. El modelo de ciencia que se originó después del Renacimiento sirvió de base para el avance científico y tecnológico de los siglos posteriores. Sin embargo, la explosión de los conocimientos, de las disciplinas, de las especialidades y de los enfoques que se ha dado en el siglo XX y la reflexión epistemológica encuentran ese modelo tradicional de ciencia no sólo insuficiente, sino, sobre todo, inhibidor de lo que podría ser un verdadero progreso, tanto particular como integrado, de las diferentes áreas del saber. Hace dos mil años, al principio de nuestra era, había en Occidente un cierto volumen de conocimientos heredados de la cultura universal y, sobre todo, de la civilización greco-romana. La historia de la ciencia señala que esos conocimientos se duplicaron, más o menos, hacia el año 1000, que se volvieron a duplicar hacia 1750 y que igualmente lo hicieron en los años 1900, 1950 y 1964, aproximadamente. De ahí en adelante, los plazos de duplicación se han ido acortando aún más: hoy ese crecimiento sigue una curva netamente exponencial.

Me siento gratamente honrado al tener esta oportunidad, y en este momento tan especial, para poder expresar unas palabras, en nombre de todos los profesores premiados, y en sintonía con el significado de estos premios. En primer lugar, el agradecimiento es al Vice-Rectorado Académico por la iniciativa y creación de los mismos, los cuales vienen a impulsar el logro de niveles superiores en la excelencia docente como misión primaria de la Universidad. Esta palabra de gratitud va dirigida también a cada uno de los Miembros de los Jurados Evaluadores, los cuales, posiblemente, se habrán visto en disyuntivas y alternativas, no fáciles de superar, al tener que fijar criterios de evaluación, comparar méritos y decidir con imparcialidad y ecuanimidad. Ciertamente, habrán tenido que dejar fuera de los Premios firmes candidatos a los mismos que, con toda seguridad, serán premiados en sus próximas convocatorias. Es ésta una oportunidad para reflexionar, aunque sólo sea en forma muy breve, sobre algunos puntos cruciales de nuestra docencia universitaria. El modelo de ciencia que se originó después del Renacimiento sirvió de base para el avance científico y tecnológico de los siglos posteriores. Sin embargo, la explosión de los conocimientos, de las disciplinas, de las especialidades y de los enfoques que se ha dado en el siglo XX y la reflexión epistemológica encuentran ese modelo tradicional de ciencia no sólo insuficiente, sino, sobre todo, inhibidor de lo que podría ser un verdadero progreso, tanto particular como integrado, de las diferentes áreas del saber. Hace dos mil años, al principio de nuestra era, había en Occidente un cierto volumen de conocimientos heredados de la cultura universal y, sobre todo, de la civilización greco-romana. La historia de la ciencia señala que esos conocimientos se duplicaron, más o menos, hacia el año 1000, que se volvieron a duplicar hacia 1750 y que igualmente lo hicieron en los años 1900, 1950 y 1964, aproximadamente. De ahí en adelante, los plazos de duplicación se han ido acortando aún más: hoy ese crecimiento sigue una curva netamente exponencial.

Me siento gratamente honrado al tener esta oportunidad, y en este momento tan especial, para poder expresar unas palabras, en nombre de todos los profesores premiados, y en sintonÌa con el significado de estos premios. En primer lugar, el agradecimiento es al Vice-Rectorado AcadÈmico por la iniciativa y creaciÛn de los mismos, los cuales vienen a impulsar el logro de niveles superiores en la excelencia docente como misiÛn primaria de la Universidad. Esta palabra de gratitud va dirigida tambiÈn a cada uno de los Miembros de los Jurados Evaluadores, los cuales, posiblemente, se habr·n visto en disyuntivas y alternativas, no f·ciles de superar, al tener que fijar criterios de evaluaciÛn, comparar mÈritos y decidir con imparcialidad y ecuanimidad. Ciertamente, habr·n tenido que dejar fuera de los Premios firmes candidatos a los mismos que, con toda seguridad, ser·n premiados en sus prÛximas convocatorias. Es Èsta una oportunidad para reflexionar, aunque sÛlo sea en forma muy breve, sobre algunos puntos cruciales de nuestra docencia universitaria. El modelo de ciencia que se originÛ despuÈs del Renacimiento sirviÛ de base para el avance cientÌfico y tecnolÛgico de los siglos posteriores. Sin embargo, la explosiÛn de los conocimientos, de las disciplinas, de las especialidades y de los enfoques que se ha dado en el siglo XX y la reflexiÛn epistemolÛgica encuentran ese modelo tradicional de ciencia no sÛlo insuficiente, sino, sobre todo, inhibidor de lo que podrÌa ser un verdadero progreso, tanto particular como integrado, de las diferentes ·reas del saber. Hace dos mil aÒos, al principio de nuestra era, habÌa en Occidente un cierto volumen de conocimientos heredados de la cultura universal y, sobre todo, de la civilizaciÛn greco-romana. La historia de la ciencia seÒala que esos conocimientos se duplicaron, m·s o menos, hacia el aÒo 1000, que se volvieron a duplicar hacia 1750 y que igualmente lo hicieron en los aÒos 1900, 1950 y 1964, aproximadamente. De ahÌ en adelante, los plazos de duplicaciÛn se han ido acortando aún m·s: hoy ese crecimiento sigue una curva netamente exponencial.

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