En: Revista de filosofía. Vol XLVII-XLVIII, 1996 pp. 37-48. ISSN 0034-8236

En: Revista de filosofía. Vol XLVII-XLVIII, 1996 pp. 37-48. ISSN 0034-8236

Todo problema ético apunta a decidir cuál es la conducta correcta que debe adoptarse ante una situación cualquiera teniendo a la vista, por una parte, cuando este a la mano hacer frente a ella y, por la otra, lo que se querría hacer. Si esa situación es la vecindad de la muerte, un problema es el modo de enfrentarla durante la enfermedad que con alto grado de certeza se sabe que conducirá a ella; otro, la posibilidad de adelantarla para ahorrar sufrimientos; y un tercero, el donar órganos para trasplantes, cuando ya perdida irreversiblemente la conciencia y toda actividad psíquica por destrucción del encéfalo, se sepa que la muerte definitiva del organismo es cuestión de horas o días, pues acecha en la cercanía inmediata. En los casos de muerte sorpresiva y violenta a manos de terceros es muy difícil suponer que haya momentos de reflexividad para adoptar conductas éticas, pese a que en ciertos casos se dan y con gran nobleza.

Todo problema ético apunta a decidir cuál es la conducta correcta que debe adoptarse ante una situación cualquiera teniendo a la vista, por una parte, cuando este a la mano hacer frente a ella y, por la otra, lo que se querría hacer. Si esa situación es la vecindad de la muerte, un problema es el modo de enfrentarla durante la enfermedad que con alto grado de certeza se sabe que conducirá a ella; otro, la posibilidad de adelantarla para ahorrar sufrimientos; y un tercero, el donar órganos para trasplantes, cuando ya perdida irreversiblemente la conciencia y toda actividad psíquica por destrucción del encéfalo, se sepa que la muerte definitiva del organismo es cuestión de horas o días, pues acecha en la cercanía inmediata. En los casos de muerte sorpresiva y violenta a manos de terceros es muy difícil suponer que haya momentos de reflexividad para adoptar conductas éticas, pese a que en ciertos casos se dan y con gran nobleza.