Surgieron como movimiento de desocupados y por tanto de excluidos; se fueron afirmando localmente en los barrios, como la voz y la demanda de los desafiliados, de los que "perdieron" y no tienen ya ni trabajo, ni sindicato, ni hogar, ni de qué comer, ni símbolos ni espacios de pertenencia ni identidad alguna. Había un fuerte componente de demanda de trabajo, pero, como la sobrevivencia estaba en juego, también de demanda urgente de ayuda social y ante todo de ayuda alimentaria. Había y hay en ellos un componente simbólico de autofirmación de su dignidad y hasta el esbozo de una memoria propia. Había y hay en ellos un fuerte componente critico hacia la política oficial, hacia el sistema político establecido. Hoy están coordinados, tienen una presencia cada vez más amplia, se saben "resistentes", en los dos sentidos principales de esta palabra. Sus cortes de ruta han sido a menudo calificados de ilegales, pero son también ampliamente tolerados. Por último, un nuevo paso se cumple cuando los piqueteros se introducen en el espacio citadino. En esa situación nos encontramos hoy.