La participación está hoy en la boca de los más variados sectores y se usa para calificar iniciativas
muy diversas. Sin embargo, en la práctica, para todos, la participación se ha mostrado como una
relación difícil de construir y, más aún, especialmente complicada cuando se ha buscado impulsar las
iniciativas "participativas" desde el Estado, hasta el punto que, para algunos, ésta es una tarea imposible.
¿Cómo es que el término resulta tan ambiguo que puede ubicarse con comodidad en discursos dife-
rentes? ¿porqué la práctica participativa resulta así de trabajosa? ¿puede la iniciativa estatal promover participación sin subordinar a los pretendidos beneficiarios? ¿cuáles son las circunstancias que tienen que concurrir (o habrá que construir) para que ésta empresa se encamine con posibilidades de éxito?
Estas son algunas de las cuestiones centrales que este libro quisiera enfrentar y, quizás, responder.