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Idea de la muerte en México / Claudio Lomnitz.

By: Material type: TextTextSeries: AntropologíaPublication details: Fondo de Cultura Económica México 2006Description: 525 pISBN:
  • 9789681682989
Subject(s): DDC classification:
  • 306.90972 L845 20
Summary: En México, los rituales fúnebres trascienden el campo simbólico con el que se interpreta el final de la vida. Para Claudio Lomnitz, estas ceremonias son un símbolo tutelar de la nación mexicana y por esto plantea que, desde ellas, puede trazarse una historia social, cultural y política de nuestra sociedad.\José Saramago considera, en Las intermitencias de la muerte, que “no es que sea mejor morir que vivir, sino que, sencillamente, deberíamos tener otra mirada en relación a la muerte, aceptarla como una consecuencia lógica de la vida”. Esta cita remite inevitablemente al libro más reciente de Claudio Lomnitz, Idea de la muerte en México, en donde el investigador de la universidad de Columbia presenta las distintas visiones sobre la muerte que han existido a lo largo de la historia de México. El primer reparo que cabe hacerle al título es que la muerte puede generar muchas ideas, no una sola. Es cierto que Lomnitz eslabona aportaciones ya existentes con algunas propuestas no siempre novedosas, pero es claro que aún quedan muchos aspectos por investigar.\El autor reconoce que el tema ha atrapado la atención de muchos científicos sociales —baste mencionar el número más reciente de Coexistencia, la revista de estudiantes de la enah, dedicado por completo a él—, aunque insiste en que los análisis sobre la muerte y los muertos deben ir más allá de la historia social y cultural de estos sucesos, pues considera fundamental estudiar su utilización política y simbólica en la configuración de la nación mexicana.\Lomnitz basa su exposición en tres ejes: la relación de la muerte con el origen del estado, de la cultura popular y de la nación. El estudio sistematiza fuentes documentales, hemerográficas y bibliográficas producidas desde el periodo novohispano hasta la actualidad, así como representaciones gráficas de la muerte cuya riqueza, por cierto, no logra expresar correctamente. El tratamiento de los problemas no siempre responde a una secuencia cronológica, ya que hay un constante ir y venir entre los siglos estudiados que a veces produce cierta confusión; empero, los temas se abordan desde una perspectiva de larga duración y desde la antropología, la historia, la economía, la política y la sociología. De todos, tal vez el aspecto que más cómodo le resulte al autor sea el vinculado con la relación entre la muerte y el nacionalismo, ya que ha dedicado varias publicaciones a cuestiones de identidad y nación. Su principal argumento es que el nacionalismo se funda siempre en el culto a la muerte; sin embargo, en el libro apenas se aborda el aspecto espacial de este culto y son pocas las referencias a las peculiaridades que adquiere a lo largo y ancho de nuestro territorio.\En su repaso de los distintos periodos de la historia de México, Lomnitz sostiene la idea de la administración estatal de la otra vida y de la muerte y discute la aparición y consolidación de la creencia en el purgatorio, cuya raigambre en la cultura popular queda demostrada por el incremento de la devoción espiritual y las aportaciones materiales para la salvación de las almas atrapadas en él. Al correr las páginas se va explicando cómo surgieron algunas de las costumbres que persisten hoy en día para conmemorar el día de muertos y que constituyen una combinación de elementos prehispánicos y coloniales, paganos y católicos, elitistas y populares, es decir, un mestizaje cultural. También se hace evidente que la muerte ha venido a formar parte de una estructura corporativa, a pesar de los continuos esfuerzos para que el cuidado de los muertos se mantenga en el ritual individual, limitado al dominio familiar o doméstico. Los intentos por suprimir las celebraciones fúnebres, sobre todo los días de todos los santos y muertos, fracasaron porque las festividades, al fomentar el mercantilismo, proporcionaban recursos al estado y porque eran tan populares que al prohibirlas se pagaba un elevado costo político. A lo largo del siglo xix, el gobierno trató de manipular la festividad y darle un cauce menos popular, más elitista y sobre todo acorde con los aires de la modernidad. Sin embargo, en los últimos tiempos, sectores marginales —o non gratos— de la sociedad, como los vendedores ambulantes o los narcotraficantes, se han apropiado del culto a la muerte, que no ha podido ser domesticado por los grupos en el poder para satisfacer sus intenciones e intereses, sino que ha continuado abarcando el amplio espectro social, en una tradición de convivencia entre los vivos y los muertos que ha sobrevivido durante muchos siglos.
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Libro Biblioteca Central Colección General General 306.90972 LOM (Browse shelf(Opens below)) 1 Available 1410295

En México, los rituales fúnebres trascienden el campo simbólico con el que se interpreta el final de la vida. Para Claudio Lomnitz, estas ceremonias son un símbolo tutelar de la nación mexicana y por esto plantea que, desde ellas, puede trazarse una historia social, cultural y política de nuestra sociedad.\José Saramago considera, en Las intermitencias de la muerte, que “no es que sea mejor morir que vivir, sino que, sencillamente, deberíamos tener otra mirada en relación a la muerte, aceptarla como una consecuencia lógica de la vida”. Esta cita remite inevitablemente al libro más reciente de Claudio Lomnitz, Idea de la muerte en México, en donde el investigador de la universidad de Columbia presenta las distintas visiones sobre la muerte que han existido a lo largo de la historia de México. El primer reparo que cabe hacerle al título es que la muerte puede generar muchas ideas, no una sola. Es cierto que Lomnitz eslabona aportaciones ya existentes con algunas propuestas no siempre novedosas, pero es claro que aún quedan muchos aspectos por investigar.\El autor reconoce que el tema ha atrapado la atención de muchos científicos sociales —baste mencionar el número más reciente de Coexistencia, la revista de estudiantes de la enah, dedicado por completo a él—, aunque insiste en que los análisis sobre la muerte y los muertos deben ir más allá de la historia social y cultural de estos sucesos, pues considera fundamental estudiar su utilización política y simbólica en la configuración de la nación mexicana.\Lomnitz basa su exposición en tres ejes: la relación de la muerte con el origen del estado, de la cultura popular y de la nación. El estudio sistematiza fuentes documentales, hemerográficas y bibliográficas producidas desde el periodo novohispano hasta la actualidad, así como representaciones gráficas de la muerte cuya riqueza, por cierto, no logra expresar correctamente. El tratamiento de los problemas no siempre responde a una secuencia cronológica, ya que hay un constante ir y venir entre los siglos estudiados que a veces produce cierta confusión; empero, los temas se abordan desde una perspectiva de larga duración y desde la antropología, la historia, la economía, la política y la sociología. De todos, tal vez el aspecto que más cómodo le resulte al autor sea el vinculado con la relación entre la muerte y el nacionalismo, ya que ha dedicado varias publicaciones a cuestiones de identidad y nación. Su principal argumento es que el nacionalismo se funda siempre en el culto a la muerte; sin embargo, en el libro apenas se aborda el aspecto espacial de este culto y son pocas las referencias a las peculiaridades que adquiere a lo largo y ancho de nuestro territorio.\En su repaso de los distintos periodos de la historia de México, Lomnitz sostiene la idea de la administración estatal de la otra vida y de la muerte y discute la aparición y consolidación de la creencia en el purgatorio, cuya raigambre en la cultura popular queda demostrada por el incremento de la devoción espiritual y las aportaciones materiales para la salvación de las almas atrapadas en él. Al correr las páginas se va explicando cómo surgieron algunas de las costumbres que persisten hoy en día para conmemorar el día de muertos y que constituyen una combinación de elementos prehispánicos y coloniales, paganos y católicos, elitistas y populares, es decir, un mestizaje cultural. También se hace evidente que la muerte ha venido a formar parte de una estructura corporativa, a pesar de los continuos esfuerzos para que el cuidado de los muertos se mantenga en el ritual individual, limitado al dominio familiar o doméstico. Los intentos por suprimir las celebraciones fúnebres, sobre todo los días de todos los santos y muertos, fracasaron porque las festividades, al fomentar el mercantilismo, proporcionaban recursos al estado y porque eran tan populares que al prohibirlas se pagaba un elevado costo político. A lo largo del siglo xix, el gobierno trató de manipular la festividad y darle un cauce menos popular, más elitista y sobre todo acorde con los aires de la modernidad. Sin embargo, en los últimos tiempos, sectores marginales —o non gratos— de la sociedad, como los vendedores ambulantes o los narcotraficantes, se han apropiado del culto a la muerte, que no ha podido ser domesticado por los grupos en el poder para satisfacer sus intenciones e intereses, sino que ha continuado abarcando el amplio espectro social, en una tradición de convivencia entre los vivos y los muertos que ha sobrevivido durante muchos siglos.

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