Puestas en cuestión las formas burguesas o liberales del compartir, los límites entre el mundo y la intimidad, la eliminación de las distancias (la extrema proximidad de todo, dice Baudrillard), las formas "raciocinantes" de interpelación, la propia existencia de un espacio que se articula entre una sociedad civil escindida y el Estado, y de un público activo y opinante (todas condiciones "intervenidas" o que han tenido un peso escaso o fluctuante entre nosotros), ¿no es un despropósito reconstruir una figura: la del "publicista" decimonónico, cuya inestable identidad se perfiló en Chile dentro de una trama de interacciones entre lo público y lo privado igualmente inestable, y que hoy aparece además "estallada"?. Ante el imperio de nuevas matrices cognitivas (más libremente asociativa que silogísticas, más ligadas al video-clip que al raciocinio), ¿qué tiene que hacer un sujeto, como el "publicista" de la segunda mitad del XIX, que hizo circular - más allá del talante enciclopédico y fundador del "sabio"- unas "representaciones" o unos " juicios" que reconoció como propios: un sujeto que creyendo en el nuevo poder de las letras y de las (sus) " ideas" se propuso desarrollar un espacio crítico, medidor, moderno?."