Franz, Carlos

Peligro en el SIES / Arturo Fontaine Talavera. - Santiago, Chile CEP 2002 - p. 25-56

En: Estudios Públicos. -- No. 86 (otoño, 2002), p. 25-56. ISSN 07161115. En: Estudios Públicos. -- No. 86 (otoño, 2002), p. 25-56. ISSN 07161115. En: Estudios Públicos. -- No. 86 (otoÒo, 2002), p. 25-56. ISSN 07161115.

En este ensayo, Carlos Franz enfoca el pesimismo predominante en el cambio de siglo en Chile. Al hacerlo, propone que el presente dilema nacional -caso particular de uno muy latinoamericano- es la oscilación entre dos momentos anímicos extremados: el utopismo fundacional y el fatalismo violento. Estas dos categorías de un mismo ser permitirían explicarse una constante en nuestra historia: la seguidilla de entusiasmos fundacionales que rápidamente son abandonados a manos de un desaliento rabioso. Los utopistas exhiben esa fe exagerada en las soluciones repentinas y completas para nuestros males, que es propia de los entusiasmos de los comienzos. Y que es peligrosa porque su precio, cuando la utopía se demora en llegar, es el paso a un fatalismo violento que quiere condenarnos a un atraso crónico. Al final, como antídoto contra esos extremismos utópicos o fatalistas, el autor propone «un nuevo tono social», una actitud de «moderación irónica». En este ensayo, Carlos Franz enfoca el pesimismo predominante en el cambio de siglo en Chile. Al hacerlo, propone que el presente dilema nacional -caso particular de uno muy latinoamericano- es la oscilación entre dos momentos anímicos extremados: el utopismo fundacional y el fatalismo violento. Estas dos categorías de un mismo ser permitirían explicarse una constante en nuestra historia: la seguidilla de entusiasmos fundacionales que rápidamente son abandonados a manos de un desaliento rabioso. Los utopistas exhiben esa fe exagerada en las soluciones repentinas y completas para nuestros males, que es propia de los entusiasmos de los comienzos. Y que es peligrosa porque su precio, cuando la utopía se demora en llegar, es el paso a un fatalismo violento que quiere condenarnos a un atraso crónico. Al final, como antídoto contra esos extremismos utópicos o fatalistas, el autor propone «un nuevo tono social», una actitud de «moderación irónica».