Aita, Samir

Damasco : crisis del régimen baasista / por Samir Aita.

Hace mucho que en Siria las discusiones políticas no eran tan atrevidas, tan abiertas. Se habla de todo. En primer lugar, de la invasión estadounidense a Irak, de la naturaleza de la resistencia en ese país y de la democracia prometida luego de la caída de Saddam Hussein, que naufraga actualmente en los meandros étnicos y religiosos. “Queremos mayores derechos políticos, más libertad, verdaderas reformas, pero no la inestabilidad constructiva estadounidense. Para que haya democracia debe haber un Estado, pero un Estado que no esté ni bajo la tutela de un poder corrupto ni de los tanques estadounidenses”, reclaman fundamentalmente los sirios. El ambiente se ha enrarecido, sobre todo tras la ruptura de la alianza con Francia y la retirada forzada de las tropas sirias del Líbano.\\Surge entonces a la memoria la fundación de la nación, de la construcción del país sobre un compromiso democrático. Frente a la división en varios Estados regionales confesionales (Damasco, Alep, Alauitas y Drusos) que deseaba Francia luego de la Primera Guerra Mundial, las elites políticas se aliaron para imponer una unificación total (1936-1942). Esas mismas elites habían aceptado la creación de un Líbano independiente, que incluía –a pesar de la oposición popular– cuatro distritos inicialmente dependientes de Damasco, sólo para evitar la vecindad de un Líbano confesional, mayoritariamente maronita e insumiso. Y teniendo en cuenta el fuerte regionalismo existente, sobre todo en torno de Damasco y de Alep, el compromiso democrático abrió el camino a una variedad de partidos políticos, populistas, es cierto, pero sin ideología religiosa o regional. Es en ese marco que se fundó el partido Baas.\\De Homs a los acuerdos de Taef\\Durante las seis décadas que transcurrieron desde la independencia, el país tuvo apenas diez años de libertad cívica real, muy afectada por los golpes de Estado resultantes de las luchas de influencia de las potencias occidentales, y de la unión con el Egipto nasserista (1958-1961), concretada por pedido insistente de los dirigentes sirios. Esa joven tradición democrática logró incluso alcanzar una dinámica original. Así, el congreso de Homs, en 1953, que había reunido a los diferentes movimientos políticos y a algunos militares, permitió “despedir” al dictador Adib Shishakli (1949-1953) y organizar elecciones libres: las únicas por entonces en un país árabe. Los Hermanos Musulmanes y los comunistas habían obtenido cada uno una banca. Pero la joven democracia no resistió a la agitación anticolonial y social, a los enfrentamientos entre grandes potencias, por entonces en plena Guerra Fría, y sobre todo, a la politización del ejército.\\A pesar de sus turbulencias, ese período permitió la construcción de las principales instituciones del Estado sirio (Siria fue el primer país árabe que se dotó de un banco central, en 1953), registró los más altos índices de crecimiento económico e hizo posible la democratización de la educación y de la atención médica. Hace mucho que en Siria las discusiones polÌticas no eran tan atrevidas, tan abiertas. Se habla de todo. En primer lugar, de la invasiÛn estadounidense a Irak, de la naturaleza de la resistencia en ese paÌs y de la democracia prometida luego de la caÌda de Saddam Hussein, que naufraga actualmente en los meandros Ètnicos y religiosos. ìQueremos mayores derechos polÌticos, m·s libertad, verdaderas reformas, pero no la inestabilidad constructiva estadounidense. Para que haya democracia debe haber un Estado, pero un Estado que no estÈ ni bajo la tutela de un poder corrupto ni de los tanques estadounidensesî, reclaman fundamentalmente los sirios. El ambiente se ha enrarecido, sobre todo tras la ruptura de la alianza con Francia y la retirada forzada de las tropas sirias del LÌbano.\\Surge entonces a la memoria la fundaciÛn de la naciÛn, de la construcciÛn del paÌs sobre un compromiso democr·tico. Frente a la divisiÛn en varios Estados regionales confesionales (Damasco, Alep, Alauitas y Drusos) que deseaba Francia luego de la Primera Guerra Mundial, las elites polÌticas se aliaron para imponer una unificaciÛn total (1936-1942). Esas mismas elites habÌan aceptado la creaciÛn de un LÌbano independiente, que incluÌa ña pesar de la oposiciÛn popularñ cuatro distritos inicialmente dependientes de Damasco, sÛlo para evitar la vecindad de un LÌbano confesional, mayoritariamente maronita e insumiso. Y teniendo en cuenta el fuerte regionalismo existente, sobre todo en torno de Damasco y de Alep, el compromiso democr·tico abriÛ el camino a una variedad de partidos polÌticos, populistas, es cierto, pero sin ideologÌa religiosa o regional. Es en ese marco que se fundÛ el partido Baas.\\De Homs a los acuerdos de Taef\\Durante las seis dÈcadas que transcurrieron desde la independencia, el paÌs tuvo apenas diez aÒos de libertad cÌvica real, muy afectada por los golpes de Estado resultantes de las luchas de influencia de las potencias occidentales, y de la uniÛn con el Egipto nasserista (1958-1961), concretada por pedido insistente de los dirigentes sirios. Esa joven tradiciÛn democr·tica logrÛ incluso alcanzar una din·mica original. AsÌ, el congreso de Homs, en 1953, que habÌa reunido a los diferentes movimientos polÌticos y a algunos militares, permitiÛ ìdespedirî al dictador Adib Shishakli (1949-1953) y organizar elecciones libres: las ˙nicas por entonces en un paÌs ·rabe. Los Hermanos Musulmanes y los comunistas habÌan obtenido cada uno una banca. Pero la joven democracia no resistiÛ a la agitaciÛn anticolonial y social, a los enfrentamientos entre grandes potencias, por entonces en plena Guerra FrÌa, y sobre todo, a la politizaciÛn del ejÈrcito.\\A pesar de sus turbulencias, ese perÌodo permitiÛ la construcciÛn de las principales instituciones del Estado sirio (Siria fue el primer paÌs ·rabe que se dotÛ de un banco central, en 1953), registrÛ los m·s altos Ìndices de crecimiento econÛmico e hizo posible la democratizaciÛn de la educaciÛn y de la atenciÛn mÈdica. Hace mucho que en Siria las discusiones polÌticas no eran tan atrevidas, tan abiertas. Se habla de todo. En primer lugar, de la invasiÛn estadounidense a Irak, de la naturaleza de la resistencia en ese paÌs y de la democracia prometida luego de la caÌda de Saddam Hussein, que naufraga actualmente en los meandros Ètnicos y religiosos. ìQueremos mayores derechos polÌticos, m·s libertad, verdaderas reformas, pero no la inestabilidad constructiva estadounidense. Para que haya democracia debe haber un Estado, pero un Estado que no estÈ ni bajo la tutela de un poder corrupto ni de los tanques estadounidensesî, reclaman fundamentalmente los sirios. El ambiente se ha enrarecido, sobre todo tras la ruptura de la alianza con Francia y la retirada forzada de las tropas sirias del LÌbano.\\Surge entonces a la memoria la fundaciÛn de la naciÛn, de la construcciÛn del paÌs sobre un compromiso democr·tico. Frente a la divisiÛn en varios Estados regionales confesionales (Damasco, Alep, Alauitas y Drusos) que deseaba Francia luego de la Primera Guerra Mundial, las elites polÌticas se aliaron para imponer una unificaciÛn total (1936-1942). Esas mismas elites habÌan aceptado la creaciÛn de un LÌbano independiente, que incluÌa ña pesar de la oposiciÛn popularñ cuatro distritos inicialmente dependientes de Damasco, sÛlo para evitar la vecindad de un LÌbano confesional, mayoritariamente maronita e insumiso. Y teniendo en cuenta el fuerte regionalismo existente, sobre todo en torno de Damasco y de Alep, el compromiso democr·tico abriÛ el camino a una variedad de partidos polÌticos, populistas, es cierto, pero sin ideologÌa religiosa o regional. Es en ese marco que se fundÛ el partido Baas.\\De Homs a los acuerdos de Taef\\Durante las seis dÈcadas que transcurrieron desde la independencia, el paÌs tuvo apenas diez aÒos de libertad cÌvica real, muy afectada por los golpes de Estado resultantes de las luchas de influencia de las potencias occidentales, y de la uniÛn con el Egipto nasserista (1958-1961), concretada por pedido insistente de los dirigentes sirios. Esa joven tradiciÛn democr·tica logrÛ incluso alcanzar una din·mica original. AsÌ, el congreso de Homs, en 1953, que habÌa reunido a los diferentes movimientos polÌticos y a algunos militares, permitiÛ ìdespedirî al dictador Adib Shishakli (1949-1953) y organizar elecciones libres: las únicas por entonces en un paÌs ·rabe. Los Hermanos Musulmanes y los comunistas habÌan obtenido cada uno una banca. Pero la joven democracia no resistiÛ a la agitaciÛn anticolonial y social, a los enfrentamientos entre grandes potencias, por entonces en plena Guerra FrÌa, y sobre todo, a la politizaciÛn del ejÈrcito.\\A pesar de sus turbulencias, ese perÌodo permitiÛ la construcciÛn de las principales instituciones del Estado sirio (Siria fue el primer paÌs ·rabe que se dotÛ de un banco central, en 1953), registrÛ los m·s altos Ìndices de crecimiento econÛmico e hizo posible la democratizaciÛn de la educaciÛn y de la atenciÛn mÈdica.