Pina Bausch intenta recuperar la época en la que ella, todavía una niña oculta bajo las mesas del café, procuraba comprender el acercamiento y distanciamiento entre las parejas. Ella baila un personaje sumido en la soledad ante el cual un camarero retira apresuradamente las sillas. En este café nunca se llega a estar plenamente... una escena llena de sillas, una vida desfigurada, siempre se vaga sin encontrar al otro o se sigue ingnorándolo, adelante. Una manera de moverse extática, rítmica y agitada como expresión de la soledad.