La recopilación de sus textos de radio por cerca de treinta años, elaborado por Pamela y Silvia Hernández, son un acierto para la memoria histórica y la construcción del discurso periodístico chileno.
Si hubiera que catalogar sus escritos, creo que el concepto más adecuado es el de fragmentos, trozos de realidad que en su conjunto permiten encontrarnos, más que con el pensamiento de un hombre, con la agudeza de una escuela republicana y autodidacta del periodismo, donde se ilumina lo inocente y la distancia del comentarista, es la del hombre que considera que lo nuevo, lo extraño aparentemente no existe, los sucesos se traspasan al guión radial como la escena de una obra montada mil veces, donde lo único nuevo es la muerte y las tragedias sociales de convivencia. \El libro está ordenado por fechas desde 1947, hasta 1975, los últimos textos no escapan a los sinsabores de vivir en dictadura, HP, no puede dejar de sorprenderse, ante un auditorio que pretende sostener que en Chile no ha pasado nada, a ellos les dice “parece que viven en la luna”. \Quienes lo conocieron lo recuerdan como un hombre trabajador, confiable, “con el se fue parte de la historia republicana de Chile” dirá Eduardo Frei Montalva, en su funeral. Era el símbolo del periodismo de aquella época, afirmará José María Navasal, en EL Mercurio de 1975. \Las nuevas generaciones de periodistas, comentaristas y quienes ejercen el oficio de ilustrar la realidad, pueden encontrar en este libro, un camino desde donde elaborar las noticias, Hernández, lo hacía con su amplia mochila humanista, hija de la modernidad y los registros de biblioteca, sumando olfato político y un poderoso correo de las brujas, casi todos elementos superados, pero ni el Internet, ni las cámaras pueden recrear el talento y la certeza con que este hombre marcó una época.