Este libro analiza la incidencia del pensamiento ilustrado en las políticas lingüisticas propuestas en el marco de los Estados nacionales. Una de las tareas primarias que se proponen los estados emergentes de América es la construcción de la nación como una entidad cultural y lingüisiticamente homogénea, espacio que permita la circulación tanto de los saberes necesarios para el desarrollo de la sociedad industrial como de las representaciones que deben conformar las nuevas identidades colectivas. Este proceso, que va a cristalizar el en siglo XX, convoca fenómenos que se despliegan irregularmente y con sus propias especificidades según los distintos países. Pero, en todos los casos, se busca consolidar un lengua de Estado que se afirme en los sujetos desplazando, cuando sea necesario, la política de otras instituciones, fundamentalemente la de la Iglesia. De ahí que los trabajos aquí reunidos coincidadn en señalar los diferentes modos como, en sus dos largos siglos de vigencia y hegemonía, la filosofía de las Luces privilegió el lugar de las lenguas en su programa de creación de una nueva subjetividad. Vino así a coronar la revolución Humanista, que también había tenido el gesto político de instrumentar las lenguas, como se ve en su impulso por "gramatizar" las lenguas vernáculas de Europa. Lengua y política quedan así soldadas en una unidad a la que el pensamiento enciclopedista da un nuevo contenido.

Cultura latinoamericana

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