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_bM538
_220
100 1 _aMéndez Carrasco, Armando
_d1915-1984
245 1 0 _aChicago chico /
_cArmando Méndez Carrasco.
250 _aReedición
260 _bBeuvedráis Editores
_aSantiago, Chile
_c2007
300 _a223 p.
520 _aCon Fernando Escudero, alias Chicoco –el protagonista de la novela Chicago Chico, de Méndez Carrasco–, sucede algo inaudito: es culpable de todos sus males, él mismo sabe que no merece perdón, pero al fin y al cabo es uno más entre millones de seres que viven sin saber para qué, y condenarlo sería como mandar al infierno a toda la humanidad. Nadie puede ser tan cruel…\En ningún momento pretende analizar su conducta, que lo conduce fatalmente a la sima, como él dice. Su fatalismo tiene rasgos decimonónicos, como si el Santiago de los años ’30 y ’40 estuviese anclado. Quizás el único atributo moderno que descubre en sus correrías nocturnas es el jazz, particularmente el hot jazz, versión ultra sincopada de ese ritmo. Bajo su influencia, siente que su personalidad se ajusta al mundo y viceversa. Pero los instantes en que puede disfrutarlo son escasos, un espejismo que no contrarresta la atmósfera gris y sin escapatoria de sus días. Para librarse de la trivialidad, busca la compañía de mujeres triviales. Deambula por la noche rehuyendo el vacío, pero a la vez lo atrae como una lámpara a una polilla. No cree ni en su propia muerte… ¡Qué difícil es intentar definirlo! Si alguien lo tilda de “antihéroe”, se queda corto. A lo sumo consigue articular algunas preguntas sobre su destino, pero jamás manifiesta una convicción. Por lo mismo, la narración carece de contornos; puede ocurrirle cualquier cosa y su vida seguirá igual, sin ningún desenlace. Me imagino una posta de escritores que se heredan el personaje unos a otros: la novela del Chicoco se extendería por toda la eternidad. Sin embargo, no es un hombre apático ni un tonto. Apela al sinsentido oculto en los pliegues de la conciencia, acechante como un virus informático: a la menor oportunidad, provoca la tan odiaba entropía. Pero él se mantiene a medio filo, sobreviviendo casi por mala suerte, sólo para volver a hacerse preguntas sin respuestas. Sus virtudes criollas lo salvan en más de una ocasión de la policía y de la miseria, revistiéndolo de una originalidad imprevista. Hasta da la impresión de que Méndez Carrasco no era consciente del personaje universal entre sus manos.
521 _aPeriodismo y literatura
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658 _aPoblete Alday, Patricia
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