000 | 02704cab a2200241 a 4500 | ||
---|---|---|---|
001 | 032145 | ||
003 | UAHC_CL | ||
005 | 20170803123445.0 | ||
008 | 081010b cl 000 spa | ||
040 |
_aUAHC_CL _cUAHC_CL _dUAHC_CL |
||
100 | 1 | _aFranz, Carlos | |
245 | 1 | 3 |
_aEl gran bailongo / _cCarlos Franz. |
260 |
_bCEP _c2002 _aSantiago, Chile |
||
300 | _ap. 5-24 | ||
500 | _aEn: Estudios Públicos. -- No. 86 (otoño, 2002), p. 5-24. ISSN 07161115. | ||
500 | _aEn: Estudios Públicos. -- No. 86 (otoño, 2002), p. 5-24. ISSN 07161115. | ||
500 | _aEn: Estudios Públicos. -- No. 86 (otoÒo, 2002), p. 5-24. ISSN 07161115. | ||
520 | _aEn este ensayo, Carlos Franz enfoca el pesimismo predominante en el cambio de siglo en Chile. Al hacerlo, propone que el presente dilema nacional -caso particular de uno muy latinoamericano- es la oscilación entre dos momentos anímicos extremados: el utopismo fundacional y el fatalismo violento. Estas dos categorías de un mismo ser permitirían explicarse una constante en nuestra historia: la seguidilla de entusiasmos fundacionales que rápidamente son abandonados a manos de un desaliento rabioso. Los utopistas exhiben esa fe exagerada en las soluciones repentinas y completas para nuestros males, que es propia de los entusiasmos de los comienzos. Y que es peligrosa porque su precio, cuando la utopía se demora en llegar, es el paso a un fatalismo violento que quiere condenarnos a un atraso crónico. Al final, como antídoto contra esos extremismos utópicos o fatalistas, el autor propone «un nuevo tono social», una actitud de «moderación irónica». | ||
520 | _aEn este ensayo, Carlos Franz enfoca el pesimismo predominante en el cambio de siglo en Chile. Al hacerlo, propone que el presente dilema nacional -caso particular de uno muy latinoamericano- es la oscilación entre dos momentos anímicos extremados: el utopismo fundacional y el fatalismo violento. Estas dos categorías de un mismo ser permitirían explicarse una constante en nuestra historia: la seguidilla de entusiasmos fundacionales que rápidamente son abandonados a manos de un desaliento rabioso. Los utopistas exhiben esa fe exagerada en las soluciones repentinas y completas para nuestros males, que es propia de los entusiasmos de los comienzos. Y que es peligrosa porque su precio, cuando la utopía se demora en llegar, es el paso a un fatalismo violento que quiere condenarnos a un atraso crónico. Al final, como antídoto contra esos extremismos utópicos o fatalistas, el autor propone «un nuevo tono social», una actitud de «moderación irónica». | ||
759 | _aPP068 | ||
773 | 0 |
_tEstudios públicos _w032045 |
|
900 | _aESTUD. PUBLICOS-86/02 | ||
942 | _cREVA | ||
999 |
_c32145 _d32145 |