000 02178cam a2200241 a 4500
001 021412
003 UAHC_CL
005 20240515155236.0
008 240514s1996 sp 000 spa
020 _a8437605393
035 _aCENTRAL
040 _aUAHC_CL
_cUAHC_CL
_dUAHC_CL
082 0 4 _a844
_bM761
_221
100 _aMontaigne, Michel de
_d1533-1592
_99312
245 1 0 _aEnsayos
_cMichel de Montaigne.
250 _aSegunda edición.
260 _aMadrid :
_bCátedra,
_c1996.
300 _a 3 volúmenes
440 _aLetras universales
_94985
_n35, 63, 72
520 _aMontaigne es el hijo por excelencia del Renacimiento. Y de su padre, naturalmente, que se empeñó en que la lengua materna de su hijo fuese el latín. De ese modo, el pequeño Michel a los seis años leía las «Metamorfosis» en su lengua original, y uno después a Virgilio, cuyas «Geórgicas» admiraría hasta el final. Estudió leyes en Toulouse; fue alcalde de Burdeos como su padre; leyó el «Heptamerón» y hospedó en su casa a Enrique de Navarra; viajó por Suiza, Italia y Alemania, y dejó un «Diario de viaje» que vio la luz doscientos años después. Tuvo un amigo, Étienne de la Boétie: su amistad, como la de Niso y Euríalo, como la de Pílades y Orestes, ha pasado a ser figura y paradigma. Los «Ensayos» es una de esas obras que puede figurar sin reparo en la biblioteca esencial de la humanidad y nos reconcilia con ella. Montaigne aquel «bordelés escéptico», como lo llamó Carpentier habla con la misma libertad y sensatez del conocimiento, de la razón o de la tortura, que de las dimensiones (discretas) de su pene. No mitifica nada, todo lo mira con un saludable escepticismo y cierta melancólica distancia, pues, dice él, «solo los locos están seguros y resolutos»; un oportuno distanciamiento que le impedía caer en fáciles idolatrías. Incluso de las letras escribe: «Téngolas en gran estima, mas no las adoro». Incluso de la razón «cántaro de doble asa, que se puede agarrar por la derecha y por la izquierda» , sabe añadir que «proporciona fundamento para distintas acciones».
650 0 _aEnsayos franceses
_94361
942 _cBK
_2ddc
999 _c61700
_d61700