A lo largo de la experiencia de los autores como educadoras y educadores d personas adultas, con especialización en matemáticas, han ido apareciendo en el día a día interrogantes acerca de la acción en el aula y dudas sobre el tratamiento de las matemáticas en este nivel: ¿hasta qué punto hay que abandonar las ideas heredadas de otros niveles?, ¿cómo repercuten en el aprendizaje de las matemáticas los conocimientos propios de las alumnas y alumnos?, ¿qué matemáticas necesita una persona adulta para desarrollarse con autonomía en la sociedad en que vivimos?, ¿cuál es la metodología adecuada para impartir esos contenidos?... Éstas y otras preguntas orientaron el trabajo en una dirección determinada que, a grandes rasgos, ha quedado dividido en tres etapas o metas parciales: 1.- Estudiar de qué forma inciden las matemáticas en la vida de las personas adultas. Siempre desde la perspectiva de que la matemática es un conocimiento cultural y parte del imaginario colectivo. 2.- Analizar los conocimientos propios adquiridos por las personas adultas fuera del aula, valorarlos y usarlos para construir otros nuevos. 3.- Partiendo de unos objetivos previamente trazados, dar propuestas didácticas sobre qué matemáticas aprender/enseñar y cómo hacerlo en este nivel de enseñanza.\Tenemos el convencimiento de que la educación, y en concreto la educación matemática, puede favorecer la capacidad crítica de las personas adultas, dotándolas de más autonomía a la hora de tomar decisiones, con la vista puesta en una sociedad más democrática.