Geisha Fontaine, coreógrafa y doctora en filosofía del arte, investiga profundamente desde un disparador esencial para la concepción de esta obra: “si la danza tiene fuerzas que le son específicas, es ante todo en la relación con los datos temporales”.\De esa manera plantea un enfoque que consiste en analizar obras coreográficas en su relación con la problemática del tiempo, profundizando en ciertas cuestiones para encontrar nuevamente las preguntas que la llevan a tomar diversas posiciones, desde la reflexión crítica al autoanálisis, utilizando diversos referentes que viajan desde el autor al espectador, desde el discurso sobre la danza al discurso sobre el tiempo. Utilizando variados objetos de estudio que van desde el movimiento danzado como unidad discreta hasta el proceso global de creación coreográfica.\Privilegia ampliamente un grupo de filósofos que se encuentran en el espectro de resonancia de sus interrogantes, especialmente Gilles Deleuze. Del mismo modo transita por la obra de coreógrafos como Pina Bausch, Xavier Le Roy, Jérôme Bel, Trisha Brown, Yano, y otros, hasta su propia experiencia como coreógrafa y bailarina.\Después de un arduo trabajo, Fontaine se detiene en una interesante reflexión:\“ la danza puede ser el revés y el derecho de la textura del tiempo, de sus materias, de su heterogeneidad, de su potencia (poder y potencial). En este sentido, la danza es conocimiento del tiempo. El instante dura, la duración fulgura, el devenir se materializa a cada segundo. El tiempo de la danza es un cara a cara con el otro, afirmación de lo real hasta en su desaparición”.